Está nevando en Turingia, sopla el cierzo en Aargón, y el mundo nunca para de girar.
Siempre que venía a casa de mis padres de visita quise sentarme una tarde con todas las fotos de mi infancia / juventud, pero entre visitas, cervezas, risas, prisas y resacas nunca me daba tiempo. Ahora hay más tiempo y el otro día encontré una caja con fotos que abarcan más o menos mis anyos 1996 hasta 2004. Me puse un disco de Simon & Garfunkel, me hice una taza de poleo de menta (menta autóctona del jardín de los padres) y me senté a mirar las fotos. El resultado fue una cosa entre risas y lágrimas, porque por un lado recordé cosas muy bonitas y divertidos, y por el otro lado ya va faltando gente. He repetido la ceremonia dos o tres veces, es que me fascinan esas fotos, solo he cambiado la música, ahora pongo los Simon & Garfunkel de hoy en día: Kings of Convenience.
Ayer quedé con mi más antigua amiga; nos conocemos desde que naciera ella - medio anyo más tarde que yo - y eramos las mejores amigas desde entonces hasta los 5 anyos cuando mis padres decidieron mudarse. Nos volvimos a ver en el Instituto y en alguna fiesta, pero nunca más estábamos tan unidas como de ninyas pequenyas. Me lo pasé genial, ya que cuando nos miramos y nos reímos parece que volvemos a tener 4 anyos, a pesar de que ya no tengamos mucho en común. No hubo silencios raros sino sentía que por debajo de todo lo bueno y lo malo que hemos ido acumulando en nuestras mochilas de sentimientos cada una, seguimos siendo amigas y tenemos algo que no tiene nombre, pero si hay suerte nunca desaparecerá.
Entre la tarde con mi amiga, las fotos del cajón, la nieve, las comidas de mi madre, el ambiente navidenyo típico alemán con sus luces y figuritas de madera y el agujero que me parece que llevo en el alma por lo que he dejado atrás me pongo melancólica esos días. Pero no es la melancolía mala y auto-destructiva que me hace mandar mensajes rarísimos y culpar a todos menos a mi misma por lo que me está pasando que siento a veces (a lo mejor se debería llamar locura), sino se trata de una melancolía que se debería acompanyar con el disco "Heartbreaker" de Ryan Adams y con un buen vino (al ser posible un Somontano, claro).
Me he parado en seco y estoy haciendo lo que tenía previsto: me ocupo de mí misma, me estoy tranquilizando, y espero que poco a poco vaya teniendo claro cual tiene que ser mi próximo paso. Me siento como si me estuviera preparando para algo, no sé para qué exactamente, pero creo que ahora mismo lo más importante es que me vuelva a encontrar bien conmigo misma. Lo que he aprendido es que el mundo no para de girar y a veces hay que confiar en la fuerza del destino. Nosotros tampoco paramos, siempre entra gente en nuestras vidas y otros salen, luego hay algunos que nos acompanyan solo una parte de nuestro camino, y algunos pocos se quedan de una forma u otra para siempre. Intento auto-convencerme que si una amistad o un amor realmente merecen la pena no desaparecen por unos kilómetros y / o unos meses por en medio, como mucho se pueden convertir en otra cosa, pero no mueren.
Esta nevando en Turingia, sopla el cierzo en Aragón, y el Madrid ha vuelto a ganar. Las cosas tampoco cambian tanto, pero está claro que el mundo nunca para de girar.
Donnerstag, 11. Dezember 2008
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