Cuando se rompen las cosas uno siempre cree que lo peor tienen que ser las tardes y las noches, cuando cae la oscuridad y todos los pensamientos se pintan de negro. En mi caso no lo son. Lo peor son las manyanas. Me despierto y no tengo porque levantarme, deseo volver a quedarme dormida y pasar unas horas más en los brazos de morfeo, porque son las mejores horas del día, son las que menos duelen. Pero no me quedo dormida nunca. Me quedo en la cama con los ojos abiertos y dándole vueltas a todo lo que ha pasado, preguntándome si he tomado las decisiones acertadas. Siempre iba tan acelerada últimamente que fácilmente se me puede haber escapado algún detalle crucial, me puedo haber equivocado. Ahora no voy acelerada, ahora estoy en shock, estoy puesta en modo básico, solo funciono, no me muevo por voluntad propia.
Las tardes y noches en cambio no son tan malas. Ya he vencido otro día más, todos los momentos que no paso en desolación son momentos positivos. Por unos momentos me puedo apoyar en mis amigos de La Rioja, de Valdepenyas, de La Ribera del Duero, y con las páginas de Economía del Spiegel el suenyo viene enseguida. Parece un ciclo natural, la cuestión es cuando seré capaz de romperlo.
Freitag, 5. Dezember 2008
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2 Kommentare:
Te dejas a tus amigos del Somontano querida, que creo recordar nos han apoyado en más de una ocasión en nuestras horas bajas en la Ciudad del Viento...
Es que aquí no hay muchos amigos del Somontano... Pero estoy haciendo amigos de Australia y Chile, tampoco están mal. Pero claro que ni punto de comparación. Viva Aragón ;-)
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